Emily in Paris y una mala pasada para los franceses

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La nueva serie de Netflix protagonizada por Lily Collins causó revuelo por estereotipar a los ciudadanos de la urbe europea.

El 2 de octubre Netflix estrenó Emily in Paris, la serie acerca de una veinteañera que debe mudarse de Chicago a París para trabajar en una firma de marketing, en donde conocerá, además de la ciudad, el amor y los inconvenientes de la ciudad y su gente. Protagonizada por Lily Collins como Emily Cooper, el foco de la serie parece querer basarse en la belleza de la icónica metrópolis y sus paisajes, la moda y… los estereotipos franceses.

En sí, la serie puede ser muy divertida y perfecta para pasar el rato, ya sea por la duración de los capítulos (aproximadamente treinta minutos, ideal para esos momentos en los que no se tiene nada que hacer pero tampoco podemos ver una película entera) o por la trama leve que se presenta, por lo menos en esta primera temporada. Sin dudas la fotografía también llama la atención, y Emily genera en el espectador esa envidia de poder estar en un lugar desconocido y hermoso a la vez (¡sobre todo en pandemia!). 

La actuación de las estrellas, incluidas Lucas Bravo como Gabriel, el interés amoroso de Emily; Philippine Leroy-Beaulieu como Sylvie, la jefa un tanto escéptica que no está feliz con la llegada de la protagonista a su firma; Ashley Park como Mindy, la mejor amiga que ayuda a Emily cada vez que le surge un white girl problem o William Abadie como Antoine, un empresario dueño de una cadena de hoteles que pondrá en juego la relación entre varios personajes, es completamente digna de una serie como la nueva de Netflix. Algo dramática en los movimientos, con diálogos esperables con un tono levemente sexual en todo momento y desarrollo de los héroes, siempre para bien.

Emily in Paris y una mala pasada para los franceses
Lily Collins como Emily y Ashley Park como Mindy. Fuente: Netflix.

Pero por otro lado, el show recurre a demasiados clichés tanto de la pantalla chica como de la grande, lo que hace que Emily in Paris pueda parecer bastante banal y predecible en la mayoría de la resolución de los argumentos que se presentan. Sin spoilers, un claro ejemplo es la salida de una fiesta, en la que Emily está a cargo de un objeto valioso muy preciado, pero que, obviamente, está en las manos más peligrosas: una actriz tonta. Dicha actriz tonta se retira borracha y sin avisar de dicha fiesta, y Emily pierde la cabeza: no sabe cómo recuperarlo. ¿Quién viene al rescate? El príncipe azul, que la lleva en la parte trasera de su moto para recuperar dicho objeto preciado. Obviamente, Emily abraza a dicho príncipe azul por la espalda y esboza una sonrisa de satisfacción mientras se pierden en la ruta nocturna.

Emily in Paris y una mala pasada para los franceses

Sin embargo, el asunto más controversial que destacó a la serie en tan poco tiempo fue, en realidad, lo más negativo: se expone a los ciudadanos franceses como personas vagas, maliciosas, que no trabajan, que son malos con los extranjeros y se aprovechan de ellos, que sólo están obsesionadas con el sexo y engañan a sus parejas con cualquier individuo que camine y diga bonjour (entre otras cosas). 

Un aspecto muy extraño es la forma en que se presentan a los hombres franceses. Sin exagerar, todos y cada uno de ellos parecen salidos de unas vacaciones caribeñas, con dinero saliéndole de los oídos, y una especialidad en poner incómoda a cualquier persona del público con sus supuestas pick-up lines “románticas”, al estilo francés (lo cual parece ser sinónimo de erótico). Mire donde se mire, estos señores siempre estarán mirando de vuelta con ojos, mas que seductores, pervertidos. Más una sonrisa igual de macabra. 

Otras características que la serie les atribuye deliberadamente a los pobres franceses son, por ejemplo, el hecho de que no se bañen y que no les preocupa para nada la limpieza en general; que pueden ser snobs desagradables con los que no se puede compartir una visita al teatro para ver El Lago de los Cisnes; y que incluso se pone a las mujeres en una posición de inferioridad que hasta las mismas mujeres aceptan. Se entiende el punto.

En defensa de los parisinos, Emily también puede ser un personaje bastante irritable, que se queja de cualidades y circunstancias de una ciudad (y país) en la que ni siquiera sabe hablar su idioma, y a su vez trata de pertenecer usando boinas (que nadie más en París parece usarlas) y un traductor en su celular que parece salvarle las papas cada vez que intenta comunicarse con alguien. 

Emily in Paris y una mala pasada para los franceses
El uso y abuso de las boinas, Por Emily Cooper. Fuente: Netflix.

Volviendo a las boinas, discutamos el estilo de Emily: parece ser que el dress code se perdió en la traducción y la protagonista entendió que había que mezclar todos los colores, texturas y accesorios para estar a la moda, y se perdió las fashion weeks de los últimos cinco años. Pierre Cadault, diseñador de alta costura en la serie, no se equivoca mucho al no querer trabajar con ella luego de ver el colgante que llevaba en su cartera. Quizás es como Emily se vestía cuando vivía en Chicago, y sus combinaciones estrambóticas sean su marca personal, pero no concuerda con la mirada minimalista que se le da a la moda en una de las capitales más importantes. Incluso el resto de las mujeres de la serie demuestran la simplicidad de la paleta de colores que suelen elegir en la indumentaria, como en los casos de Sylvie o Camille.

Toda esta polémica desató varios comentarios de franceses desilusionados. Incluso una periodista francesa de Buzzfeed, Marie Telling, escribió un artículo enlistando todo lo que estaba mal con la serie. Algunos comentarios enojados de revistas lugareñas incluyen «reduce a los habitantes de la capital a viles snobs», «los franceses realmente no tienen el mejor papel: desagradables, decir no a todo» o mi favorita: «boinas. Croissants. Los camareros gruñones. Los conserjes irascibles. Los coqueteos incorregibles. Amantes y amantes. Cita un cliché sobre Francia y los franceses y lo encontrarás en Emily in Paris».

Será cuestión de esperar una segunda temporada para ver el progreso de los personajes y de la trama, pero por ahora queda disfrutar de un show que se apropió de una cultura para hacerla más “interesante”. 


Recomendaciones de FOMO

Enola Holmes, entre lo clásico y la realidad de hoy

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Netflix está teniendo grandes producciones últimamente, y viene salvando los viernes a la noche en aislamiento desde hace varias semanas. 

Esta vez fue el turno de Enola Holmes, la hermana de uno de los personajes más reconocidos de la historia de la literatura y el entretenimiento: Sherlock Holmes. Enola Holmes es una adolescente que, en la mañana de su cumpleaños número 16, encuentra que su madre, el amor de su vida, ha desaparecido. Junto con la ayuda de sus hermanos mayores, Mycroft y el reconocido detective Sherlock, deberán encontrarla tanto a ella como el motivo de su huida. Esto, sin librarse de algunos obstáculos y otros misterios por resolver en el camino.

Millie Bobbie Brown (Stranger Things) se pone en la piel de Enola para darle vida a un personaje con una personalidad bien definida, aunque un poco exagerada en sus líneas y movimientos. La actriz, de la misma edad que quien interpreta, es capaz de llamar la atención en todo momento, haciendo que la película se torne interesante (aunque sea un recurso ya bastante gastado) a través de la comunicación con los espectadores al romper la cuarta pared y hablarle directamente al público.

El resto del elenco está compuesto por caras también famosas, con Henry Cavill (Superman) como Sherlock Holmes, Sam Claflin (The Hunger Games) como Mycroft Holmes y Helena Bonham Carter como la madre de los hermanos. Una nueva cara es la de Louis Partridge, quien caracteriza a Lord Tewksbury, joven al que Enola debe salvar de un posible final trágico además de ser el interés amoroso de la protagonista.

Enola Holmes, entre lo clásico y la realidad de hoy

El vestuario, maquillaje y peinado se pueden destacar entre los mejores trabajos del film, sobretodo para el personaje de Enola, al lograr un balance perfecto entre una chica inteligente, ruda y lista para llevarse el mundo por delante; pero femenina, cómoda y a la moda, todo a la vez. La escenografía merece otro reconocimiento: los paisajes y edificios típicos de finales del siglo diecinueve encuadran excelentemente la historia y le agregan un toque romántico y novelesco a la película. La cantidad de extras que se utilizaron es remarcable, y se consigue una realidad que sumerge al espectador en las aventuras que se plantean.

Enola Holmes, entre lo clásico y la realidad de hoy

Pero lo que se alcanzó con estos aspectos se perdió un poco en el guion y la trama. A pesar de ser una buena película para pasar el rato, y que la historia encaje con la de Sherlock Holmes y la complemente de una manera favorable, hay varios elementos que se podrían haber insertado de una forma más intrincada, tratándose de una película que ahora forma parte de la saga del mejor detective. Enola se presenta como un personaje observador y perspicaz, pero a veces se le hacen las cosas muy fáciles como para pensar que una chica de 16 años pueda resolver tantas cosas en tan poco tiempo.

Una cuestión positiva son las temáticas que se tratan por debajo del argumento principal, como el feminismo o los cambios que se deben generar en una sociedad para mejor. Desde Eudoria, la madre de los Holmes, se proyecta un mensaje de levantamiento, rebelión y fuerza en una época en la que las mujeres tenían poco o nada de visibilidad y decisión sobre la vida pública y privada. Por otro lado, se presenta la cuestión del parlamento y las reformas por las que la civilización estaba transitando, con la mirada puesta en dejarle el lugar a los más jóvenes, quienes parece ser que ven los problemas con más claridad y apertura y realizar así una transformación positiva para su futuro.

Enola Holmes, entre lo clásico y la realidad de hoy

Estos asuntos resuenan en lo que pasa en la realidad actualmente, y aunque se hace un enfoque notorio, no se siente pesado en lo que es parte de la película y no quita importancia al hilo superior del film. 


Recomendaciones de FOMO

The Devil All The Time: el fanatismo cegador

Cine, Reseñas

Atención al fandom de Tom Holland o al de Robert Pattinson: no vean esta película solo por su amor a los actores. O sí. Atenerse a las consecuencias. 

Ni bien salió el trailer de The Devil All The Time, críticos y aficionados se sorprendieron al ver un elenco tan pomposo, con nombres como, además de los mencionados, Bill Skarsgård (IT), Riley Keough (Mad Max: Fury Road), Sebastian Stan (Capitán América) o Eliza Scanlon (Little Women). Antonio Campos ya había hecho su breakthrough directorial con Christine (2016), y parece que no dejó de lado las incomodidades ni lo perturbador para esta oportunidad. 

The Devil All The Time se ubica en la década del 60 en Knockemstiff, Ohio, en un vecindario rodeado de bosques en donde personajes siniestros convergen alrededor de Arvin Russell (Holland) mientras lucha contra las fuerzas del mal que lo amenazan a él y a su familia (Fuente: Letterboxd). Después de todo, parece ser que al pobre Arvin lo persigue el diablo, todo el tiempo.

Una característica que representa a la película es la pesadez, tanto de la trama como de los personajes. La primera cuenta con argumentos a lo largo de toda la cinta, cargados de historias del pasado que justifican las acciones violentas y crudas del presente. La atmósfera generada por esta sed de venganza y por librarse de los demonios que persiguen a cada uno es lúgubre, con un uso magnífico de los colores marrones y sepia en la edición, acompañado de una banda sonora igual de petrificante. Estos elementos le dan una especie de aura de película de terror, aunque sólo se trate de un thriller. 

The Devil All The Time: el fanatismo cegador
Robert Pattinson encarna un pastor con un acento sureño muy personal.

Los personajes, por otra parte, son esenciales para lo que es la trama ya que sus personalidades se distinguen y crean ese clima de rivalidad y contraposición necesario para hacer del film algo tan representativo de su título. Se destaca por sobre las demás la performance de Robert Pattinson (Crepúsculo), quien interpreta a un pastor de la iglesia del pueblo que viene a reemplazar al cura anterior. Antonio Campos reveló en una entrevista que Pattinson rechazó el coaching de dialecto para sorprender a todos con un acento sureño, rasgo distintivo del protagonista, el primer día de grabación. Se puede decir que su personaje, Preston Teagarding, se convertirá en uno de los más odiados del cine, por la vileza dañina que muestra en pantalla. 

Tom Holland también realiza una actuación memorable, pudiendo separarse de su rol anterior como Spider-Man y su imagen más infantil para expandirse en un papel serio que lo convierte en un actor respetable. Arvin Russell es quien más tiempo en pantalla tiene, y Holland lo ocupa sin causar cansancio a pesar de encarnar una figura sin sentimientos ni emociones visibles. El resto del cast acompaña de manera sutil pero útil (reconózcanme la rima), sirviendo a los principales mientras intervienen en el relato en el momento justo. 

The Devil All The Time: el fanatismo cegador
The Devil All The Time: Tom Holland as Arvin Russell. Photo Cr. Glen Wilson/Netflix © 2020

El film puede parecer despiadado de a momentos, con imágenes brutales y ácidas para aquellos de vientre débil. Sería amable de mi parte avisar que se tratan temas como la muerte (en casi todas sus formas), los miedos y fobias; los delirios y las mentiras que hacen delirar, la locura, la pérdida de seres queridos y el encontrar un futuro ideal que se ve muy lejano. Entre otros. Padecientes de aracnofobia o necrofobia, cuidado.

Pero The Devil All The Time profundiza también en un aspecto específico de una manera inusual: la obsesión por la religión. Centrada en una época y lugar en los que la devoción por el culto era moneda corriente, la película muestra cómo Dios puede llevar a la gente a accionar de la forma más terrible e insólita para conseguir su ayuda o aprobación, como los sacrificios; o hacer creer que ciertas cosas están bien al estar en su presencia, cuando en realidad es toda una simple mentira para que los más poderosos se aprovechen de los inocentes. Todos los actos de casi todos los personajes están basados en su amor u odio exacerbado por el poder mayor, lo que expone a los espectadores un extremo que, aunque fantasioso, puede volverse real en algunos casos.

The Devil All The Time: el fanatismo cegador
La tensión es constante en la nueva película de Netflix

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